noviembre 24, 2013

Ella

Ella trabajaba, ganaba bien para ser soltera. Apoyaba económicamente en casa. Compró muebles. Compró electrodomésticos. Compraba regalos en navidad para todos. Compraba vestidos nuevo para fin de año.
Ella, se había graduado de ingeniera hace una semana, buenas notas, becas parciales por aprovechamiento, excelente desempeño en el desarrollo de su tesis.
Ella se vistió de perla, corte princesa para su graduación.
Ella una semana después de graduarse hacía el amor con el único hombre al que había amado con el único hombre con el que había hecho el amor.
Ella un mes después se hacía no una sino dos pruebas de embarazo. Porque aunque ella lo sabía desde antes de hacerse la primera prueba, la amiga que la acompañaba no lo pudo asimilar con las primeras dos rayas y necesitó otras dos para empezar a sospechar porque seguía sin creerlo.
Ella lo amaba y él también la amaba pero él tenía más miedo que amor, él era más niño que hombre.
Ella dudó por 2 segundos o menos. Ella lloró. Ella se asustó. Ella rogó. Ella pidió.
Ella no tenía miedo por ella. Ella sentía que había decepcionado a su abuela y a su hermano (no a sus padres lo cual es extraño)
Ella se hizo mujer a medida que las celulas en su vientre se formaban.
Ella decidió no casarse. el respiró aliviado por su decisión. Sus traumas sumados a los de él no eran de buen augurio para una vida que empieza.
Ella escuchó reproches de familiares. Ella rechazó cada uno de ellos.
No se casaría para luego divorciarse.
No formaría un hogar cuya motivación era un hijo al que no conocían y no el deseo de estar juntos entre quienes se conocían desde muy jóvenes.
Ella esperaba que aunque él no sería esposo sí sería padre. Y no lo fue. El quedó como una visita. Como un nombre en la partida de nacimiento.
Ella fue padre y madre desde la primera ecografía.
Ella midió cada centímetro de su creciente barriga.
Ella cantaba cada mañana la misma canción al pequeño mupet que la acompañaba.
Ella fue la mujer más feliz del mundo cuando vio a su pequeña compañera.
Ella ya no compra muebles, ella ya no compra electrodomésticos, ella puede mantener a su hija gracias a Dios.
Ella nunca tuvo lujos y ahora menos. Ella come sushi una vez al año porque una vez al año se da el gusto de ese gasto. 
Ella compra froot loops, galletitas de chocolate y leche de sabores cada semana y da gracias por poder hacerlo.
Ella viste los mismos vestidos ya usados para recibir el año. Pero compra telas y manda a hacer el vestido de la princesa de turno que su princesa propia escoja.
Ella aprendió a pintarse las uñas porque no puede pagar una manicurista.
Ella no puede comprar todos los regalos que la televisión promociona y aunque pudiera hacerlo no lo haría porque quiere que su niña valore lo que tiene y lo que la mamá le puede comprar y por eso le hace escoger un regalo por festividad. Un regalo en cumpleaños y un regalo en navidad. El resto viene por añadidura.
Ella hace una maestría aunque no sabe aún como pagará a la institución pública que le hizo el préstamo.
Ella revisa cada noche las tareas con su hija.
Ella llega temprano por las mañanas a la oficina para así no ir todos los sábados. Porque el trabajo es bastante y hay que cuidarlo.
Ella hace tareas de hogar los fines de semana y le enseña a su niña a doblar y guardar su ropita.
Ella duerme con su pequeña algunas noches porque no hay mejor olor que el de su cuellito sudado, aunque ya no sea una bebé sino una niña de 4 años.
Ella es feliz.

Aunque algunas noches llora, quizá por las hormonas, quizá por el cansancio, quizá por acumulación de poesías y canciones y fotos de boda de sus compañeras de promoción.

Ella se sabe feliz

3 comentarios:

Mariposa Errante... dijo...

Conmovida hasta al final de esta entrada, llevo 16 años haciendo eso mismo que narras aqui, mi Hermosa Bebesota el pasado 20 de Noviembre cumplio 16 AÑOS, LOS MEJORES QUE HE VIVIDO A SU LADO, lo prometo!!!.

Abrazos...

E dijo...

yo llevo 4... y no los cambio por nada.. por NADA..!

Una Más / TPN dijo...

Debes Sentir orgullosa de tu misma