Llorar
a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar
ante
las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo. Abrir las
canillas,
las
compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y
los
paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir
a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar
como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los
cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo
todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por
el
ombligo,
por la boca.
Llorar
de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar
improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el
insomnio y todo el día!
1 comentario:
Precioso ¡¡¡
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