No hay montañas rusas ni rayos. No hay taquicardias ni gritos.
Es un tren a vapor, una implosión. Es un eco, un palpitar.
No hay risa, tan sólo una lágrima con sabor a ti rodando por
mi mejilla izquierda.
No es muerte, es vida. Es plegaria, es júbilo, es gozo y es
danza.
Es sentir todo olvidándose de los sentidos.
Soy yo, una estrella fugaz observando un barco al vaivén de las olas.
Eres tú, cantándole a mi alma y mi cuerpo vibrando alrededor.
Soy yo, eres tú; y el universo entero en comunión.
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