enero 30, 2017

Sálvese quien pueda

Leer esto y recordar una de las últimas conversaciones que tuvimos.
En ese entonces sabía que tenía que escogerme a mí, que el amor que podía sentir por él no podía ser más grande que el amor que debía sentir por mí.
En ese entonces sabía que debía apostar por ese "algo más" que me hacía falta, sabía que debía seguir y no podía y ya no quería hacerlo con él ni con aquella apesadumbrada mujer que me miraba desde el espejo.
Me lancé al agua, tomé la mejor decisión, y aquí estoy.

Bastante agua ha corrido bajo el puente desde aquella vez.

No guardo rencores, no guardo pesares, acumulo experiencias, aposté por mi vida, la vida que quiero, mis metas, mi alegría. Aquí estoy, gracias a los cielos, continúo...

Si fui amarga fue por la pena.
El capitán gritó "Sálvese quien pueda"
y yo, sin pensarlo más, me lancé al agua,
como ávida nadadora
como si siempre hubiera estado esperando ese momento,
el momento supremo de soledad
en que nada pesa
nada queda ya
sino el deseo impostergable de vivir;
me lancé al agua, es cierto, sin mirar atrás.
De mirar quizás no me lanzara
habría vacilado mirando tus grandes ojos tristes
siniestros remordimientos me hubieran impedido ya
saltar al espacio
tocar la fría humedad del aire
el nocturno relente
y caer
como recién nacida
en la flotante superficie del bote
donde todo habría de continuar,
no se sabe adónde.
Si hubiera mirado atrás,
tus grandes ojos tristes
la vela suspendida
los cabos sueltos
las cámaras anegadas
como los recuerdos salados del mar.
Si hubiera mirado atrás,
tus grandes ojos tristes,
la vela mística suspendida
los cabos sueltos
las cámaras anegadas
como los recuerdos salados del mar.
Si hubiera mirado atrás.
"Sálvese quien pueda" gritaba el capitán
De haber mirado
de haber vuelto los ojos
como Eurídice
ya no podría saltar
pertenecería al pasado
anclada entre las redes del barco, tu capitán, el moho de las sillas
los versos que consumíamos en las noches de vigilia
tu pereza de saltar,
tu vergüenza de correr,
atrapada entre las hermosas lianas de los versos preferidos,
acaso no hubiera respirado más el aire salino
ni visto aparecer el sol;
era un caso de vida o muerte
"Sálvese quien pueda"
había gritado el capitán,
la vida era una hipótesis de salto,
quedarse, una muerte segura.

Cristina Peri Rossi
Uruguay

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