diciembre 30, 2012

tenemos la oportunidad de volver dichosas a tantas personas en el camino mas no la aprovechamos.

La felicidad es ahora. Bernard Fougeres

¿Dónde estaré mañana? Miro la copa de vino, destellos, color granate, aromas, observo con afecto a quienes me acompañan. Soy burbuja insignificante dentro del universo en expansión. Cada instante me obsequia maravillas que no ven los demás. Vivo desde hace 40 años frente a un río fascinante que miro cada día: luna llena o menguante sobre reflejos de plata, sol naciente deslumbrante. Tengo brazos, piernas, ojos, oídos y no se quejan quienes carecen de ellos.

Muere un ser querido, se esfuma el sortilegio, se nos parte el alma, brotan penas, cansancio, duele el cuerpo, padece el alma, vuelve una hija, florece una nieta, se reconstruye la vida. No esperemos, por favor: la felicidad es ahora, paréntesis hermoso en medio del trabajo, el tedio, los sinsabores. Somos optimistas con problemas, no pesimistas empedernidos. No se lucha para ser feliz, basta con mirar lo que nos rodea: este neonato hundido en el hombro de su madre nos sonríe en el supermercado, recibimos abrazos de un ser querido cuando el destino anda en contra, tenemos la oportunidad de volver dichosas a tantas personas en el camino mas no la aprovechamos.

La orquesta sinfónica llena de melancolía la sala de concierto. Basta con cerrar los ojos, dejarnos llevar por un adagio de Mahler, de Mozart: la felicidad es ahora. A veces los pobres, en su precaria morada, aprecian pasajeros relámpagos de bienestar mientras personas adineradas se mueren de desamor en doradas mansiones, teniendo de todo pero sintiendo deseos de obtener más. Sin amor, ¿de qué sirve el bienestar? Nos acostumbramos a lo que compramos luego lo desechamos. Dejamos fluir la dicha, agua entre dedos. La felicidad es mirar con ilusión. Podemos compartir décadas junto a la misma pareja, seguir estremeciéndonos al rozar su mano. La felicidad llegará cuando lo decidamos: por esa misma razón es inagotable. El dolor es contrapartida, somos dichosos por contraste. Hay que tener coraje para ser feliz aunque sea por esporádicas ráfagas de dicha en medio de los truenos.

Cuando me abrieron el corazón hubo serias complicaciones, quedé inconsciente durante dos semanas, volver a la vida fue renacer. Desde entonces me emocionan detalles, no le hago caso al tiempo, al qué dirán. Mañana no estaré, la felicidad es ahora. Siempre pensé que no hay dicha más grande que la de tener en mi mano la de un ser amado, dure lo que dure, el tiempo que sea. Subsiste la magia cuando tenemos la mente predispuesta. Si dejo de amar dejo de ser.

Un malestar repentino me recuerda que ya no tengo veinte años mas adquirí una forma superlativa de saborear minutos, segundos, miradas, besos. Nos dieron alma, piel, cinco sentidos, para que nos asombremos; nos regalaron la suficiente inteligencia para apreciar lo justo, lo hermoso, lo bueno. La vida no es carrera sino caminata lenta, slow food. Para lograr un buen estofado se necesita tiempo, paciencia. Dios irrumpe cuando uno menos lo espera, dar con Él fue para mí un maravilloso accidente. Así mismo sucede con la felicidad: llega cuando la ilusión se pone de acuerdo con la razón y el corazón.

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