A Dios no lo podemos encontrar en medio del ruido y la agitación. En la naturaleza, los árboles, las flores y la hierba crecen en silencio; las estrellas, la luna y el sol se mueven en silencio. Lo esencial no es lo que decimos sino lo que Dios nos dice a nosotros y a través de nosotros. En el silencio Él nos escucha; en el silencio Él habla a nuestras almas. En el silencio se nos concede el privilegio de escuchar su voz.
Silencio de los ojos,
Silencio de los oídos,
Silencio de la boca,
Silencio de la mente.
…En el silencio del corazón Dios habla.
Es necesario el silencio del corazón para poder oír a Dios en todas partes, en la puerta que se cierra, en la persona que nos necesita, en los pájaros que cantan, en las flores, en los animales.
Madre Teresa de Calcuta
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