Si supieras cuántas veces me he despedido de ti.
Me dejarías ir.. o no me dejarías ir nunca.
Me he despedido de ti con los ojos cerrados, respirándote y tocándote en todos los centímetros de ti que he podido respirar y tocar –que han sido todos-
Me he despedido de ti tomándote como jinete a través de tu llanera.
Me he despedido de ti recibiéndote en mi y acogiéndote como sólo yo sé hacerlo, como sólo tú sabes llenarme.
Me he despedido de ti en modo esqui y en modo tostadora.
Me he despedido de ti al saludarte y al despedirme como si fuera tu alumna (otra vez) o revisemos las cuentas del fisco.
Me he despedido de ti con mi lengua dolorida que con confianza te he entregado.
Me he despedido de ti tantas veces que quizá debieras dejarme ir o no dejarme ir nunca.
Me he despedido de ti al prepararte con nervios aquella sopa (esperando que te guste)
Me he despedido de ti al hablarte de sentimientos reprimiendo las lágrimas.
Me he despedido de ti al leer el periódico mientras terminabas de trabajar.
Me he despedido de ti al hacer las compras del super y detestarte un poco por ser como eres y no comprar lo que yo escojo.
Me he despedido de ti respirándote en tu cama.
Me he despedido de ti llorándote en mi cama.
Me he despedido de ti sin querer irme ni una sola vez.
Quizá debiera no joder y quedarme de una vez, sin importar que este cuento no sea como lo soñé.
Quizá deberías decirme quiero que te quedes y no dejarme ir nunca y pintar un poquito de rosa o fucsia o turquesa este cuento y que se parezca quizá un poquito a lo que soñé.
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