Nombres hay como arena en el mar.
Nombres comunes, nombres raros, nombres dificiles de pronunciar, nombres
con historia, nombres graciosos, nombres de reyes, nombres del pueblo.
Nombres hay como estrellas en el cielo.
Hay nombres únicos, irrepetibles, que más allá de parecer extraños se
hacen familiar desde el principio.
Hay nombres repetidos, muchas veces escuchados, muchas más pronunciados,
que toman individualidad a fuerza de negociación.
Nombres hay como poros en la piel.
Nombres que hacen desaparecer a sus pares. Nombres que se convierten en el
sol de cada mañana. Nombres que tienen rostro propio. Nombres importantes
porque importante es quien lo lleva.
Hay nombres que saben a hierba. Nombres de tequila y sal. Nombres de vino
ya ceitunas. Nombres de energía pura. Nombres de nostalgia y amor.
Nombres hay como latidos en mi corazón, este corazón que ha dejado en el
recuerdo otros nombres y ha ido incorporando algunos más a su vaivén. Este corazón
que guarda, cuida y proteje con celo y con locura estos nombres que le hacen
palpitar.
“Porque te quiero a ti
porque te quiero,
aunque estas lejos
yo te siento a flor de piel.
Porque te quiero a ti
porque te quiero,
se hace más corto
el camino aquel.
porque te quiero,
aunque estas lejos
yo te siento a flor de piel.
Porque te quiero a ti
porque te quiero,
se hace más corto
el camino aquel.
Tu nombre me sabe a yerba
de la que nace en el valle
a golpes de sol y de agua,
tu nombre me lleva atado
en un pliegue de tu talle
y en el viés de tu enagua”
de la que nace en el valle
a golpes de sol y de agua,
tu nombre me lleva atado
en un pliegue de tu talle
y en el viés de tu enagua”
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