Hoy no hay pecados ni hay infierno.
Hoy aún me quedan ciertas lágrimas de la canción de anoche.
Hoy aún percibo algunos latidos ahí donde solo tú has llegado.
Ese rincón de mis pupilas que se funden en confusión y se reconstruyen con
tu mirar.
Ese pedacito de conciencia que se venda cuando no respiro.
Hoy sigo aquí, hoy… eres lo que quiero.
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