El primer recuerdo que tengo de él, es estando sentado en el piso con una camisa celeste, pantalón negro y zapatos y cinturón a juego. Lo recuerdo con la cabeza agachada, mirando al piso pero escuchando atentamente.. No lo conocía, no sabía su nombre pero lo miré, lo miré sin que lo note, y descubrí que atendía por la manera en que cambiaba la dilatación de sus pupilas a medida que escuchaba algo que le llamara la atención. Estaba sentado con las piernas cruzadas y las manos sobre su pantalón. Lo miraba por segundos. Lo miraba..
Recuerdos de él tengo cientos, miles, pero ése es el primero.
El dirá que 10 años antes de eso ya nos habíamos conocido, el dirá que era realmente un niño cuando yo le compartí en un tacita aquellos cereales de colores, el dirá que recuerda a una niña churrudita diciéndole “toma, coge”, él dirá que ya desde entonces era tímido porque no quería coger la tacita.
Pero él no sabe que yo tengo pocos recuerdos de mi infancia temprana, no sé por qué, pero no guardo nada de esa época. Me gustaría recordar ese momento, esos minutos en que conocí a un niño y le ofrecí una tacita con cereales de colores. Pero él si me recuerda, y eso me alegra. Porque así escribiremos juntos nuestra historia.
Recuerdos de él tengo cientos, miles. Lugares, colores, comidas, canciones, frases, abrazos, obsequios, detalles. Recuerdos de él tengo cientos, miles.
Cuándo me enamoré por primera vez de él? no lo sé.. será cuando me envió ese mensaje de texto que me puso nerviosa? Será cuando le dije que me llame porque no le creía que era en serio lo que me escribía y para mi sorpresa lo hizo? El día que me llamó estaba en la casa de su abuela, recuerdo haberlo imaginado en una casa que no conocía, a él que tampoco lo conocía, pero definitivamente lo quería conocer. Cuándo me enamoré por primera vez de él? no lo sé.. será cuando nos besamos por primera vez? O será que me enamoré, sin saberlo, aquel día que vestía camisa celeste y pantalón negro mientras escuchaba atentamente mirando al piso, mirando sus manos, mirándome de reojo a mi (me lo dijo).
No sé cuándo me enamoré por primera vez. Tampoco sé cuántas veces habré intentado desenamorarme de él. Y es que SI lo intenté, ambos lo intentamos.
No sé cuándo empecé a amarlo, en qué momento empecé a soñar en pasar mi vida junto a él, tal vez una tarde de sábado mientras abrazados nos mecíamos en aquella hamaca de mi patio, e imaginábamos a nuestros hijos, nuestra casa, nuestro jardín, nuestra mascota. Tal vez cuando al ver aquella película juntos en su casa, lloramos sin poder contener las lágrimas. Tal vez cuando al volver a ver la misma película yo no podía parar de llorar pensando en él, en él y en nuestro amor.
Recuerdos de él tengo cientos, miles. Conversaciones, escritos, canciones, noches, días, llantos, risas, suspiros.. Recuerdos de él tengo cientos, miles.
No sé cuándo empecé a resignarme a vivir sin él, tal vez al pasar los días y no recibir un contacto suyo, tal vez al empezar a reír aunque él no estaba presente en mi vida.
Pero luego, cuando todo parecía estar perdido, ocurrió un milagro. No sé cuándo empezó a gestarse ese milagro, el milagro de entender, aceptar y permitirnos sentir ese amor que bloqueamos, ocultamos, ignoramos y despreciamos; pero que no murió. Ese amor que resultó ser más fuerte que nuestra terquedad, orgullos y miedos. Ese amor que una vez que encontró un rayito de esperanza recobró más fuerzas que antes y se negó a ser encerrado de nuevo. No sé cuándo empezó a gestarse el milagro, tal vez cuando empezamos a reír juntos otra vez y una parte de nosotros sabía que ésa era la risa genuina que se había ido de vacaciones, tal vez al escuchar al otro reír, y una parte de nosotros se alegró al escuchar y reconocer esa risa, esa alegría en el ser que amamos tanto. Yo a él, él a mí. Tal vez cuando los celos se hicieron muy fuertes, tal vez cuando los nervios y la ansiedad nos dominaban al sabernos próximos a encontrarnos. El milagro se dio.
Y ése amor, mi primer amor, mi único amor, mi verdadero amor, regresó a mi vida. Y con él regresaron la ilusión, esperanzas y sueños de una vida juntos. La alegría de tomar su mano. El valor de luchar contra el mundo porque si él está en mi vida nada malo puede afectarme. Regresaron las mariposas en el estómago. Regresaron las lágrimas de alegría, las lágrimas de amor. Con él regresaron mis ganas de escribir, porque es él mi inspiración.
Es él mi amor, el de esta y todas mis vidas. Es él mi hombre, mi punto de apoyo. Es él mi motivación, el motor que me alienta a seguir. Es él.
Y es que recuerdos de él tengo cientos, miles. Pero son pocos para todos los recuerdos que quiero construir a su lado. Porque el resto de mi vida no me alcanzaría para disfrutar de su compañía. Porque el resto de mis días no son suficientes para demostrarle mi amor. Porque este mundo es mejor y más lindo desde que lo conocí. Porque este mundo es muchísimo mejor y muchísimo más lindo desde que sé se quedará.
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