infinitos los duelos que debemos sobrellevar
como infinitas las maneras de hacerlo.
duelo no es muerte.
o quizá sí.
pero no necesariamente muerte física.
un cambio de trabajo, o de casa es una muerte. muerte de un espacio y rutina que nos acompañaron por años.
el fin de las clases y la muerte de no ver a los amigos todos los días por algunas horas, esos amigos que llegan a saber más de nuestra vida que la propia familia.
una relación, de amistad o pareja que se acaba; ese saber que ya nada será igual, no más lugares ni momentos compartidos, especiales. no más..
vivimos un duelo por todo lo que acaba, por todo lo que cambia.
a veces es corto, y es una pena que se ve eclipsada por una ilusión mucho mayor.
otras veces es intenso y provoca cambios profundos.
algunas otras es un duelo que se anuncia sin terminar de llegar, esa amistad que ya no es igual, y que siempre recordaremos esos momentos compartidos pero que ya no encontramos hora o lugar para revivir alguno o construir un recuerdo nuevo. esa amistad, tal como la conocimos, murió. puede transformarse y construirse una nueva, sí. pero la otra, la del día a día existe en los hermosos recuerdos.
también hay duelos que nunca acaban, como la muerte física de un ser querido. duele y dolerá siempre, más intenso unos días, menos intenso otros. pero hasta el último suspiro añoraremos un día más con esa persona, una frase que no dijimos, un abrazo que no dimos, un perdón que no pedimos.. ese duelo no acaba aunque quizá se mitigue.
duelos por la pareja que ya no está, porque simplemente no era viable, no era factible, era sustituible.. quedamos un poquito viudos luego de cada ruptura. dolor por los sueños depositados en un fondo común que no prosperó, frustración por el tiempo perdido, resignación por mejores días...
infinitos los duelos que vivimos, atravesamos y a veces hasta cargamos sobre nuestros hombros.
infinitas las ganas de continuar también.. aún sabiendo el dolor y la pena que causa. seguimos apostando por mejores días.
seguimos.
