Realidad 1: no me gusta la ubicación de mi trabajo, no me
hallo entre mis compañeros.
Realidad 2: tengo trabajo y me gusta lo que hago, gracias a
Dios. Con esto come mi hija y de vez en cuando me voy al cine. Fin.
A partir de hoy: no más quejas, o al menos disminuir la intensidad
de mis reproches en este aspecto. Este es mi hogar de 8.30 a 6. Y aunque no me
gusta la calle, ni me identifico con los vecinos. Es mi hogar. Y voy a dejar
aquí un poquito de mi espíritu.
Realidad 1: siento que la hija mía, torbellino explosivo de
3 años se me escapa muchas veces de las manos, grita, reclama y nada es justo
para ella.
Realidad 2: es inteligente, grande, fuerte y hermosa. Lo sé.
Escucha, analiza y actúa. Puedo conversar con ella y entiende las cosas aunque
no le gustan. Muchas veces me sorprende con sus reflexiones.
A partir de hoy: a verla más como niña que como adulta. A buscar
ayuda y apoyarme en la experiencia de otras madres de torbellinos de 3 años,
que ya lo he hecho antes y a veces olvido que funciona.
Realidad 1: tengo una relación a distancia. Lo veo 6 días
(no seguidos) al mes. Lo quiero mucho y lo extraño muchísimo más. No tiene
planes de cambiar su ritmo de trabajo, no ahora y no el próximo año.
Realidad 2: lo siento cerca aún cuando no lo está
físicamente. Siento su apoyo, su comprensión, su impulso, su cariño. Y cuando
estamos cerquita se me olvida las noches que lo he extrañado.
A partir de hoy: valorar que lo tengo, en mente y corazón,
aunque no físicamente. Agradecer que está en mi vida. Vivir un día a la vez. No
PRE-ocuparme, que de nada sirve. Luego ya veré..
Decisiones. Decisiones que tomé ayer en la noche.
Decisiones que hoy pongo en letras.
Decisiones que espero aligeren esta carga, que yo solita
hago pesada.
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