No te odio. Soy incapaz de odiarte. Y tal vez sea eso lo que más rabia me da.
Quisiera que sintieras, que sufrieras, que lloraras, que gritaras, que murieras, así como lo he hecho yo por ti.
Luego me acercaria a ti, tomaría con mis manos tu rostro y respiraria el aire que se escapa por la comisura de tus labios.
Para finalmente darte la espalda y alejarme de ti.
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