Algunos momentos del día son nublados por la sombra de la nostalgia; hay ciertas canciones que nos transportan a otras décadas que parecen otras vidas; hay ciertos lugares que aunque tengan mil y un recuerdos nuevos siempre está ese recuerdo que marca un antes y un después; hay ciertos aromas, ciertos colores que como un tatuaje siguen perennes con esa tinta indeleble; hay noches de luna llena que transportan los recuerdos a aquella noche, esa noche de luna llena.
No sé si es nostalgia, juegos de memoria o simplemente es la vida.
La vida que sigue su curso, como el río que avanza y va limando las asperezas de las piedras hasta convertirlos en cantos rodados, como el tornado que levanta cimientos y deja autos en las copas de los árboles, como el sol que calienta la hierba por las mañanas y mueve girasoles, como el rayo que cae dos veces en el mismo lugar.
La vida construye y destruye, mueve y desordena, la vida nos hace; y, nosotros debemos hacer que nuestra vida valga la pena, valga la risa, valga el amor.
La vida que se nos escapó no la podemos devolver, como arena entre los dedos, como nubes en el cielo. Es la vida que nos queda la que podemos moldear, saborear, embellecer y seguir... seguir.
